sábado, 26 de abril de 2008

Miedos


Hace años dejé de temerle a la oscuridad y de apoco me estoy haciendo amiga de los insectos ¿qué gracia tiene aquello? pués una sola; poder vivir y morir tranquila sabiendo que me superé en ciertos aspectos. Como ves, no soy un ser humano que desee grandes cosas. No quiero mucho dinero, ni gran fama. Quiero vivir en un cerro y mirar la mar todos los días, perder la aprehensión de morir en sus aguas. Quiero, y esto es lo más importante, perder el temor a la soledad. Y es que mi mente, en acto ambiguo, desea y detesta a la vez ese factor humano. Sentirme querida aún forma parte de lo que llamo prioridad ¿de qué sirve? Si miro mis manos congeladas, si muevo mis dedos pálidos, nerviosos y busco una mirada de apoyo ¿la encuentro? casi siempre chocan imágenes en mi retina en que no hay nada más que el deseo de ser y de estar, pero ambos son cristalinos, sin forma y orgullo. Yo pienso que detrás de todo esto sólo nada el deseo de permanecer en los recuerdos, de ser una sola otra vez.

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